Con 18 años mis padres me regalaron un curso que se titulaba "Iniciación a la degustación del vino".
Mi abuelo (de Bordeaux) me decía que al cumplir mi mayoría de edad tenía que adentrarme en este mundo para convertirme en una chica de provecho (ja!) en esos momentos pensé que podía ser divertido pero nada más.
Mi madre se apuntó para refrescar su memoria, imaginaos ella (con todo lo que sabía ya, que incluso pasaba las vacaciones de niña recogiendo uva) diciendo a la profesora que el último sabor que le venía al paladar degustando un determinado vino era chocolate. Yo le decía en bajo ¿dónde ves tú chocolate?
Me encantó poder aprender cosas tan básicas sobre el vino, cómo sujetar una copa, hablar de taninos y de tantos otros tecnicismos y parece que no pero al final aprendes a apreciar el sabor de maneras distintas porque un vino no sabía igual según con qué comida lo acompañabas
7 años más tarde tengo mono de ir a otra cata de vinos, volver a recordar muchas cosas y ¿por qué no hacerlo con amig@s? Cada vez somos más, las que los jueves o fines de semana pensamos en tomar una buena copa de vino y parlotear de todo lo que ha ocurrido durante la semana, ¿por qué no ir a una de estas tertulias y aprender algo nuevo?